28/3/17

Párkinson: hasta el 24% de los pacientes recibieron un diagnóstico erróneo



Párkinson: hasta el 24% de los pacientes recibieron un diagnóstico erróneo

Alrededor de 150.000 personas padecen párkinson en España, una enfermedad crónica y progresiva provocada por la degeneración neuronal de la sustancia negra del cerebro. La Sociedad Española de Neurología ha destacado en la nueva edición de la “Guía Oficial de Práctica Clínica en la Enfermedad de Parkinson” que hasta el 24% de los pacientes han recibido un diagnóstico erróneo

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El 0,3% de la población general tiene párkinson; no obstante, su prevalencia aumenta al 2% en los mayores de 60 años y es superior al 4% en los mayores de 80, con una incidencia de entre 8 y 18 casos nuevos por cada 100.000 habitantes.

El diagnóstico correcto es un requisito fundamental para el manejo del paciente, pero hasta el 24% han recibido un diagnóstico equivocado porque la enfermedad de Parkinson puede confundirse con un temblor esencial o, si no hay limitaciones de la movilidad, con dolores articulares, e incluso, fibromialgias.

“En pacientes que tienen formas de párkinson sin temblor o con temblor de reposo o de acción, pueden estar hasta un año y medio consultando diferentes profesionales sanitarios hasta que dan con el diagnóstico”, explica el doctor Javier Pagonabarraga, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

La Guía Oficial de la Práctica Clínica del Párkinson, elaborada por la SEN, es un documento actualizado con directrices para mejorar la atención clínica y la calidad de vida de los pacientes que ofrece las mejores soluciones y alternativas terapéuticas para los diferentes estadios.


Alteraciones motoras y no motoras


Las alteraciones motoras siguen siendo uno de los principales síntomas para el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson, pero la neurodegeneración comienza antes de que se manifiesten estos síntomas, por lo que es importante conocer otras manifestaciones no motoras, que llegan a ser igual de incapacitantes, para un correcto manejo de la enfermedad.

Los trastornos afectivos son frecuentes desde las fases iniciales de la enfermedad y la ansiedad es el más habitual. “Los síntomas no motores son discapacitantes porque en sí mismos implican un impacto en la calidad de vida, como en el caso de la depresión, que es muy frecuente e incluso está presente antes del principio del diagnóstico”, afirma Pagonabarraga.

Además, entre un 13% y un 35% de los pacientes manifiestan conductas impulsivas y compulsivas, las más frecuentes son la ludopatía, la ingesta y la compra compulsiva y la hipersexualidad, aunque también se han descrito casos de piromanía y cleptomanía.

“Los trastornos del sueño también son muy frecuentes desde las fases iniciales de la enfermedad y generan una baja sensación de descanso y bienestar personal, así como las alucinaciones visuales”, señala el experto de la SEN.

El trastorno de la conducta del sueño REM, caracterizado por la presencia de pesadillas y conductas violentas durante el sueño, está presente en entre un 46% y un 58% de los pacientes.

La psicosis, con una prevalencia de más del 50%, es una de las principales causas de ingreso de los pacientes con párkinson en centros asistidos, al igual que el deterioro cognitivo leve, que se da en un 30% de los enfermos, y la demencia, con un riesgo de sufrirla entre cuatro y seis veces mayor.

“No todos los afectados van a demenciarse, pero, desgraciadamente, la misma enfermedad de Parkinson provoca alteraciones cognitivas, que tienen un impacto en el día a día”, expresa Pagonabarraga.

La fatiga es un síntoma común que presentan alrededor del 50% de los pacientes y aproximadamente el 60% tienen en algún momento quejas de dolor.


Avances y retos de la investigación en párkinson

Han pasado 20 años desde la descripción de la primera mutación genética relacionada con el párkinson, la alfa-sinucleína, y desde entonces se han descrito 22 mutaciones asociadas a la enfermedad.

El diagnóstico en la actualidad es exclusivamente clínico y precisa de revisiones periódicas para su confirmación y para descartar la posibilidad de algún otro tipo de parkinsonismo degenerativo. En cuanto al tratamiento, la cirugía del párkinson sigue siendo una terapia muy eficaz.

En los últimos 15 años ha mejorado notablemente el conocimiento sintomático de los signos no motores, el desarrollo de la genética, la estimulación cerebral profunda y el desarrollo de biomarcadores, actualmente en fase de investigación, que facilitan el diagnóstico en la fase premotora de la enfermedad.

“Hoy en día, en esa primera visita de un paciente con trastornos del movimiento, si uno es lo suficientemente hábil como para preguntarle por trastornos del sueño, del olfato o del estado de ánimo puede obtener pistas que le ayuden en el diagnóstico”, sostiene el doctor Pagonabarraga.

La neuroimagen, como el DaTscan, puede ser una herramienta diagnóstica importante, así como los factores genéticos, especialmente en aquellos pacientes menores de 45 años que presentan la enfermedad.

“A nivel de tratamiento, el único fármaco que nos ha llegado es la sulfonamida, que es muy útil para el control de las fluctuaciones motoras. Además, en la guía también están reflejados otros fármacos que van a llegar, como el opicapone, que va a permitir que los pacientes que entran en un estadio con fluctuaciones motoras se puedan tratar de manera más precoz”, señala Pagonabarraga.

En cuanto a la investigación, en este momento se están llevando estudios muy esperanzadores en el campo de la inmunoterapia: “Ya hay ensayos clínicos en fase II estudiando el efecto de anticuerpos que actúen contra la alfa-sinucleína, que se sabe que tienen un papel muy importante en la degeneración”, informa este experto.

De ser eficaces y seguros, estos fármacos, que “atacan” el origen de la enfermedad, podrían detener el avance de los síntomas y los pacientes se mantendrían en los estadios iniciales.

“La enfermedad de Parkinson es lo suficientemente compleja como para que desde todas las instituciones se apoye la creación de unidades de trastornos del movimiento porque se necesita de un ojo experto que conozca todos los entresijos sintomáticos de la enfermedad”, concluye Javier Pagonabarraga.


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