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Los pesticidas y el mal de ParkinsonEn los últimos años se ha venido desarrollando una discusión respecto a si el uso intensivo del glifosato, un herbicida aplicado especialmente en las extendidas zonas de cultivo de soja -incluyendo la nuestra-, causa o no inconvenientes a la salud humana. Han existido lugares en el país donde se ha prohibido la fumigación aérea en derredor de poblados y en otros casos, se ha desestimado totalmente el riesgo.
El entredicho subsiste con apariciones periódicas y el consenso científico de que adecuadamente utilizado (es decir, con precauciones y manejo adecuado) no representa un peligro mortal. Ya hemos hablado de ese tema en nuestro diario, propugnando por ejemplo que existan cursos y divulgaciones para establecer las precauciones a tomar.
Sin embargo, la utilización de pesticidas en general fue motivo de prevenciones y de propuestas a través de los años; los agricultores deben recordar las prohibiciones de determinados productos, muy efectivos pero que se demostró que causaban perjuicios muy graves a los seres humanos.
No hace mucho, comenzaron los especialistas a barajar la presunción de que el mal de Parkinson podría originarse en causas ambientales. Un viejo antecedente se recuerda, cuando en la década del '70, en Estados Unidos, un estudiante de química sintetizó un derivado del opio, inyectándose con el producto. En pocos días comenzó a tener los síntomas habituales del Parkinson, y meses más tarde, al morir por sobredosis de cocaína, se descubrió que una impureza proveniente de aquella cocción de droga, había destruido sus neuronas.
Pero mucho más cerca en el tiempo, una científica argentina participó en un estudio llevado a cabo en Estados Unidos, que demostró en principio que una larga exposición a pesticidas rurales había determinado una relación entre dos herbicidas (rotenona y paraquat) y el riesgo de contraer el mal de Parkinson.
La doctora Anabel Chade, que es quien participó de aquel trabajo, desempeñándose en nuestro país en el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, brindó precisiones sobre el tema, indicando que el 70% de los afectados había estado expuesto durante años a los pesticidas y algunos habían dejado de utilizarlos muchos años antes; de todas maneras el riesgo de contraer la enfermedad era entre ese grupo 2,5 veces más que la población en general.
La especificación científica es que no se puede demostrar totalmente una relación causa y efecto, pero advierten sobre aspectos de la enfermedad y de los peligros de esos productos, especialmente para el mal manejo de los mismos, como por ejemplo en las dosis. El mencionado Instituto entiende que el mal de Parkinson tiene una serie de posibles factores predisponentes o congénitos, especialmente genéticos.
Cociente intelectual
Estudios recientes en Nueva York y California, en Estados Unidos, determinan la posibilidad de que los pesticidas utilizados en frutas y verduras, así como domésticos, puedan tener influencia en el cociente intelectual de los recién nacidos. En un millar de nacimientos, se estableció que aquellos bebés cuyas madres estuvieron sometidas a presencia de altas dosis de pesticidas, tenían una influencia importante en el cociente intelectual de los pequeños, que los perjudicará durante toda la vida.
El Instituto de Salud Ambiental de aquel país formuló consideraciones respecto a la incidencia de los órgano fosfatos en este aspecto.
Se recordó que 30 años atrás, se comprobó que la exposición de los niños al plomo determinaba también inconvenientes en la inteligencia, el habla, abandono escolar y problemas de comportamiento y desarrollo. Como consecuencia de las conclusiones de ese estudio, se dispuso eliminar el plomo de las naftas para evitar que la combustión afectara a los pequeños, como asimismo en pinturas y otros productos. El doctor Philip Landrigan, profesor de pediatría de la Facultad de Medicina de Monte Sinaí, reveló que los resultados de los estudios sobre pesticidas fueron similares a los que en aquella época determinaron los del plomo, en ambos casos sobre el cociente intelectual.
Con cautela, el especialista estimó posible que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos reduzca drásticamente el uso de órganos fosfatos. En Estados Unidos, las frutillas, el apio, las manzanas, los duraznos y la espinaca son los que mayor presencia de pesticidas tienen.
Se recordó que siempre ha sido mucho más eficaz que aplicar aerosoles para eliminar cucarachas en los hogares, el proceder a sellar rajaduras y limpiar asiduamente las áreas de depósitos de residuos.
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